El grupo yihadista Estado Islámico ha sido imputado en dos ataques en Siria, uno en el este y otro en el centro del país, que dejaron un saldo de 35 personas muertas.

En el primer ataque, 31 recolectores de trufas fueron asesinados en el desierto del este de Hama. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, informó que entre los muertos había 12 combatientes prorregimen. En el segundo ataque, cuatro pastores fueron asesinados en la región de Deir Ezzor. La organización extremista también secuestró a dos pastores.

Desde febrero de este año, más de 230 personas, en su mayoría civiles, han muerto a manos del Estado Islámico o como resultado de las minas dejadas por los extremistas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. A pesar de haber perdido sus últimos territorios en Siria en marzo de 2019, el grupo extremista sigue activo en el desierto y lanza ataques con regularidad. El grupo sunita ultrarradical sigue siendo una amenaza para la población de Siria.